"CHICOS" QUE SE HICIERON "GRANDES"

-

Desde el inicio de la era del profesionalismo en el fútbol argentino allá por 1930, hasta la década de los ’60, los títulos locales, y en principio los internacionales, solo estaban al alcance de los más poderosos. Boca, River, Independiente, Racing y San Lorenzo se repartían los campeonatos, mientras que los equipos denominados “chicos” miraban de reojo. El primer indicio del surgimiento de los más humildes, lo dio Banfield con su subcampeonato en 1951. Hasta que en 1967 apareció el Estudiantes de Osvaldo Zubeldía, y la historia dio una vuelta de tuerca. Después de aquel equipo Pincharrata, la cosa cambió. Nació una nueva era. La de los “chicos” que se hicieron “grandes”, comenzando con el ya mencionado Estudiantes de La Plata, pasando por el Huracán del ’73, siguiendo con el Argentinos Juniors de mediados de los ’80, y llegando al dominante Vélez de la década de 1990. Cuatro ejemplos bien claros que indican que no siempre el que tiene más capital, mueve más gente, y consta en cada comienzo de temporada de las incorporaciones más rutilantes, es el mejor. A veces, se da el llamado batacazo. ¡Y que batacazos! De esos que nos hacen creer hasta el día de hoy que al fútbol, por más que parezca una incuestionable obviedad, se juega once contra once. Porque los que ganan siempre, no siempre ganan. Alguna vez quedaron en el camino, rindiéndose a los pies de grandes equipos, a los que hacemos mención a continuación. Equipos con distintas filosofía de juego, sí. Pero con un sello característico, y con una meta muy similar: hacer historia.

-

ESTUDIANTES: De la mano de Zubeldía, a la cima del mundo. Hacia finales de la década de 1950, a excepción del aceptable desempeño en el campeonato de Primera de 1957, la realidad futbolística de Estudiantes de La Plata era mediocre. De hecho en varias ocasiones estuvo al límite de perder la categoría. Hasta que en 1967, con el trabajo de Miguel Ignomiriello, a cargo de las divisiones inferiores, el director técnico Osvaldo Zubeldía, el preparador físico Jorge Kistenmacher y el presidente del club, Mariano Mangano, se terminó de armar un equipo que saldría de memoria y que a la postre haría historia. Poletti, Aguirre Suárez y Malbernat, Manera, Pachamé y Madero; Ribaudo, Bilardo, Conigliaro, Eduardo Flores o Echecopar y la Bruja Verón, fue la base del conjunto platense en los llamados “años dorados”. Una formación bien parada en la cancha, con un esquema en el que predominaba el orden defensivo por sobre la agresividad en ataque, aunque no por eso dejando de ser efectivo en el área rival (modelo que luego siguió Carlos Bilardo como entrenador).

El primer paso hacia la cúspide fue ganarle la final del Torneo Metropolitano disputada en el Viejo Gasómetro, a Racing por 3-0, convirtiéndose de esa manera en el primer club denominado “chico” en ganar un torneo oficial en la era profesional, quebrando la hegemonía de títulos que, hasta ese año y desde 1931,
poseían los denominados cinco grandes del fútbol nacional, Boca, River, Independiente, San Lorenzo, y la ya mencionada Academia.

Luego, llegaría la conquista de la Copa Libertadores al derrotar en tres finales a Palmeiras de Brasil. Ese triunfo le permitió disputar la Copa Intercontinental con el campeón europeo, el Manchester United de Inglaterra. La primera final, que terminó 1-0 a favor de Estudiantes con gol de Marcos Conigliaro, se jugó el 25 de septiembre de 1968 en la cancha de Boca, y el partido decisivo, en el mítico estadio Old Trafford se llevó a cabo el 16 de octubre de ese mismo año. Allí, con un empate 1-1 con gol de Juan Ramón
Verón, Estudiantes logró alzarse con el máximo trofeo mundial de clubes y se convirtió en el único equipo no inglés, hasta la actualidad, en haberse consagrado campeón en ese reducto.

En 1969 disputó y ganó la Copa Interamericana contra el Toluca de México y también logró nuevamente la Copa Libertadores de América, jugando la final contra Nacional de Montevideo, aunque perdiendo la Copa Intercontinental a manos del Milan de Italia, cayendo 3-0 como visitante, y ganando en la Bombonera 2-1.

Pese a la caída ante el conjunto Rossonero, al año siguiente Estudiantes siguió con su racha de logros y conquistó su tercera Copa Libertadores consecutiva tras ganarle la final a Peñarol de Montevideo, siendo hasta ese entonces, el primer tricampeón de fútbol del continente (Peñarol ya había conquistado tres títulos, pero en forma discontinua, entre los años 1960 y 66); y en el primero, luego de acceder a la instancia decisiva también en 1971, en disputar cuatro finales consecutivas de dicho certamen. En el ’70 Feyenoord de Holanda fue su verdugo en la final Intercontinental (0-2 y 2-2), y luego Nacional de Montevideo le quitaría la posibilidad de ser tetracampeón del continente. De esa manera, concluía la era de triunfos pincharratas. Estudiantes, manejado a la perfección por Verón dentro de la cancha, y por Zubeldía fuera de ella, llegó a la cima del fútbol mundial. Un equipo que conoció la gloria, con una serie de virtudes que lo marcaron a flor de piel desde el primer día: el orden, el temple, el sacrificio y por sobre todas las cosas, la mentalidad ganadora.

-

HURACÁN: Juego vistoso, un equipo memorable, y título Metropolitano bajo el brazo. Adentrados en los años '70, después de buenas campañas en la era amateur, ésta es la etapa del Globo en el profesionalismo. Culmina tercero en el Metropolitano del '72, con Miguel Ángel Brindisi y Roque Avallay como goleadores del torneo, y siendo el único equipo que le gana al campeón San Lorenzo en la segunda rueda por 3 a 0.

Después de ese indicio, llegó el tan ansiado campeonato. La formación del equipo de 1973 quedó en la retina del fútbol grande de la Argentina, en la memoria de todo amante del buen trato de pelota más allá de los colores de la camiseta: Roganti; Chabay, Buglione, Alfio Basile y Carrascosa; Miguel Ángel Brindisi, Fatiga Russo y Carlos Babington; René Houseman, Avallay y Omar Larrosa. Ése era el equipo estelar de Huracán, sumado a su cabecilla, César Luis Menotti en la dirección técnica. Los Quemeros ganaron el campeonato de 1973 de forma brillante e inobjetable, tal es así que por ejemplo, los diarios y revistas de la época titulaban: “Parque de los Patricios, palacio de gol”, “Huracán sigue regalando fiestas”, ó “¿Cuánto vale el abono a platea en Huracán?”.

El conjunto de Menotti si que sabía jugar al fútbol, con una ideología fiel al pensamiento de su entrenador, que se transmitía en la cancha con el famoso 4-3-3, que luego sería parte de la enciclopedia básica del fútbol. Con esa misma base de jugadores, al año siguiente, el Globo llega a la semifinal de la Copa Libertadores de América y en el ‘75 y ‘76 logra el subcampeonato nacional. Si había una palabra que identifique a ése Huracán, sin dudas era TALENTO. Un
equipo que te bailaba. Y de lo lindo.

-

ARGENTINOS JUNIORS: Fiel a su estilo, casi tumba a la Juventus de Platini. Si al Bicho de La Paternal solo se lo reconocía hasta la década de los ’80 por ser el club en donde surgió Diego Armando Maradona, todo cambió. Porque en estos años Argentinos, a partir del juego vistoso que siempre caracterizó a sus equipos, logró cosas importantes. Como punto de partida, realiza su mejor campaña hasta ese entonces en el profesionalismo en el Metropolitano de 1980, de la mano de Maradona, quien jugaba su último año en el club, siendo goleador del torneo, y consagrándose subcampeón. En el torneo Nacional de ese año llega a las semifinales y se ve privado de contar con su estrella, Maradona quien es convocado a la Selección para disputar el Mundialito de Uruguay y nuevamente queda en la antesala del tan ansiado logro. En el ’81 Diego es transferido a préstamo a Boca quien sale campeón, y por su parte Argentinos luego de un comienzo promisorio, decae para terminar penúltimo debiendo jugar la última fecha contra San Lorenzo, ganándole 1-0 y mandando a la “B” al conjunto azulgrana, siendo éste, el primer “grande” en perder la categoría.

En 1983 Ángel Labruna se hace cargo de la dirección técnica del primer equipo al que incorpora jugadores de primer nivel, como Pavoni, Pepe Castro, Landucci, entre otros, formando la base del equipo que seria campeón al año siguiente. Se llega a las instancias finales del campeonato Nacional, aunque el fallecimiento de Labruna impide que una de las máximas glorias que ha dado el fútbol nacional vea coronado su estupendo trabajo al frente del conjunto de La Paternal.

Ya en 1984 Argentinos se saca la mufa y gana en forma brillante el campeonato Metropolitano de 1984 y el Nacional de 1985, para culminar un ciclo inolvidable con la obtención de la Copa Libertadores del ‘85 en una disputadísima final contra el América de Cali, jugando posteriormente la final Intercontinental frente al poderoso Juventus de Italia de Michel Platini y Michael Laudrup. El partido fue vibrante, uno de los más recordados de las finales de Copa Intercontinental, con un Argentinos protagonista, que superó futbolísticamente a la Vechia Signora. El resultado final fue empate 2-2 y los penales dejaron al Bicho sin trofeo, pero con las valijas de regreso llenas de fútbol. José Yúdica era el técnico, y Claudio Bichi Borghi, Ereros, Castro, el Nene Comisso y Sergio Batista entre otros, eran los que deleitaban dentro del campo de juego. Un equipo humilde que a base de pelota a ras del piso llegó lejos. Muy lejos.

-

VÉLEZ: un club que a base de títulos y proezas se gano el mote de “sexto grande”. Hasta los gloriosos ’90 el Fortín solo se había alzado con un título oficial, el Nacional de 1968, de la mano de Carlos Bianchi como jugador, que también tendría un papel protagónico en esta era ya en la función de técnico. En la nueva modalidad de los torneos de 19 fechas, en el primero de ellos, el de la temporada 1990/91, Vélez finaliza tercero y el delantero Esteban González es el goleador del certamen con 18 goles. En el Apertura ‘92 queda en cuarto lugar y en el Clausura ‘92 termina segundo nuevamente. Sin dudas algo bueno estaba por venir. En el torneo Clausura de 1993 finalmente Vélez se consagraría por segunda vez en su historia como campeón, bajo la conducción técnica de Bianchi. El 8 de junio, en la anteúltima fecha, empata 1-1 con Estudiantes de La Plata (gol de José Luis Chilavert) y obtiene el ansiado título después de 25 años. En el Apertura de ese mismo año sale subcampeón (a un punto) detrás de River Plate. A esta altura del partido, Vélez a nivel nacional, era un equipo de los que peleaban bien arriba, con una base de jugadores sólida, y con la presencia fundamental de Bianchi, que les inculcó a sus jugadores basándose en el orden táctico, una ideología ganadora excepcional, formando un equipo de hombres que le salía a jugar de igual a igual a cualquiera que se le ponga en el camino. La virtud de Carlos Bianchi era plantear un fútbol agresivo, por encima de los nombres.

El 31 de agosto de 1994, en su segunda participación en la Copa Libertadores se consagra campeón derrotando en la final al poderoso São Paulo de Telé Santana en la definición por penales en Brasil, tras vencerlo primero 1-0 (gol de Omar Asad) en Liniers y perder por el mismo marcador en el mismísimo Morumbí. De allí parte a Tokio el 1 de diciembre de 1994, a disputar la Copa Intercontinental frente al Milan de Italia, al que lo derrota categóricamente por 2-0 con goles de Roberto Trotta de penal y Omar Asad, logrando alcanzar el mayor galardón internacional. Vélez, era el mejor equipo del mundo.

José Luis Chilavert; Almandoz, Sotomayor, Trotta y Raúl Cardozo; Zandoná ó Pompei, Marcelo Gómez, José Basualdo y Christian Bassedas; José Fores y Omar Asad, era el equipo habitual con el que Vélez salía a la cancha.

En el torneo Apertura 1995 llegaría al tercer título local, al aventajar por seis puntos a Racing, y luego consigue el bicampeonato al consagrarse en el Torneo Clausura 1996, solo un punto por encima de Gimnasia y Esgrima de La Plata, dirigido técnicamente en las últimas cuatro fechas por Osvaldo Piazza, en reemplazo de Bianchi.

En esta década Vélez ratifica su trascendencia e importancia dentro del ámbito local y consolida su proyección internacional, al ganar tres nuevos títulos. Primero, la Copa Interamericana en 1996, tras superar al Club Sport Cartaginés de Costa Rica. Posteriormente obtiene la Supercopa (de manera invicta) superando a rivales de la talla de Gremio de Porto Alegre, Olimpia de Paraguay, Santos y en la final a Cruzeiro de Belo Horizonte el 4 de diciembre de 1996. Así mismo, se consagra victorioso en la final de la Recopa Sudamericana disputada el 13 de abril en Kobe, Japón en 1997, luego de superar a River por penales. Por último, para cerrar este glorioso ciclo, y de la mano de Marcelo Bielsa, se corona campeón del torneo Clausura de 1998, siendo su quinto galardón nacional en la historia. Un club que basado en una dirigencia seria, con proyectos a largo plazo logró ser lo que es hoy. El sexto grande del fútbol argentino. Los títulos, la institución y los grandes jugadores surgidos de sus divisiones inferiores lo avalan. Ya es hora de reconocerlo.

-

Estudiantes, Huracán, Argentinos y Vélez son solo ejemplos de aquellos equipos que marcaron una época. También el Ferro de Griguol de los ’80, los equipos rosarinos (el Rosario Central de Zof ó el Newell’s Old Boys de Bielsa), el último Lanús de Ramón Cabrero, y hasta el Arsenal de Gustavo Alfaro campeón sudamericano podrían ser citados. Son éstos, algunos de los casos en los que los “chicos”, se pusieron la camiseta de “grandes”. Y les quedaba muy bien. Por lo menos, dentro de una cancha de fútbol, demostraron eso. Equipos que quedaron marcados a fuego en los corazones de los amantes del buen fútbol, y en las retinas de los más grandes del deporte argentino.



No hay comentarios: