LAS PRESIONES DE LOS PADRES EN EL DEPORTE

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“¡Mirá, te hice socio del club de mis amores, al que me llevaba el abuelo! ¡Feliz cumple!, ¡Te traje el equipo completo de regalo! Y… ¿aprendiste a hacer jueguito? ¿Le vas a dedicar el triunfo de hoy a mamá? ¡¿Cómo que empataron?! ¡¿Por qué te dejaron en el banco?! ¡¿Querés dejar el entrenamiento?! ¡¿No te gusta más el fútbol?! ¡Socorro: mi hijo no quiere ser campeón!”

Hoy en día, en esta sociedad exitista en la que nos encontramos inmersos, se juega menos, se disfruta menos, y se aprende menos, porque el triunfo, obtenido a cualquier precio , se ha vuelto el único valor sustentable. En el deporte, cuando los padres o entrenadores están movidos por intereses, los tiempos y la evolución natural se aceleran y aparecen las presiones, que caen sobre los más indefensos, los niños. Es necesario, para que los chicos crezcan sanamente y puedan destacarse en las actividades que emprendan, rescatar el verdadero sentido del deporte infantil y juvenil, es decir, que sea para los chicos, padres y entrenadores un lugar de encuentro, de expresión y de crecimiento, donde competir sea un desafío y no un sufrimiento producto de presiones.

Hay distintos tipos de padres: los que emiten un doble mensaje, los desinteresados, los hipercríticos, los sobreprotectores, los que todo el tiempo vociferan contra el arbitro y el rival, los violentos, los que dan indicaciones como si fueran entrenadores sin serlo... Todos estos son fuentes de estrés y de agresión, pero están también los equilibrados. Los padres pueden ser una guía y un agente motivador o un factor de presión. La mayoría de los padres creen tener a un Maradona en su casa y generalmente no es así. Entonces los niños cargan con las frustraciones de los papás. Eso, además de ser producto de un modelo de sociedad resultadista, triunfalista, exitista, tiene relación con el querer “salvarse” por medio del hijo. El aumento de las urgencias económicas es directamente proporcional al incremento de las presiones de los padres y el entorno: “presión es exigir al otro más de lo que puede dar”.

El deporte es concebido como una actividad lúdica, libre, competitiva y voluntaria, donde se juega el deseo propio y no el de otro. Es una escuela ideal para aprender a ser personas, porque establece las reglas, el respeto al otro, la solidaridad.

Además de los padres, hay otros agentes que presionan o influyen en el niño, principalmente los entrenadores, el entorno y los medios de comunicación. El entrenador que no está especializado para trabajar con niños puede confundir los objetivos. Los chicos van a practicar un deporte para tener amigos, o para tener un momento de descarga o de diversión, o para internalizar reglas, y terminan abandonado porque el entrenador los presiona con los resultados y porque los lleva a la competencia. El entorno también presiona y genera estrés cuando transmite mensajes opuestos: el padre dice una cosa y el entorno dice otra. Los medios también bombardean a los chicos con modelos de gloria, éxito, fama y fracaso. Por eso mismo hay q tener mucho cuidado con los mensajes que se emiten, porque todo lo q se consume, se imita.

Por eso, es necesario darle lugar a las diferentes opiniones de varios deportistas reconocidos del deporte local que nos servirán para sacar sanas conclusiones a cerca de esta temática. Porque con el surgimiento de los Agüero, los Messi, los Ginóbili, muchos padres comenzaron a dejar un poco de lado la educación de sus hijos, para cambiarlo por la injusta e inexplicable ambición de asegurarse un futuro a través de una posible exitosa carrera de los mismos. Y esto, esta claro, genera en los niños solo la imposibilidad de crecer y destacarse.

Una voz autorizada como Mauro Laspada, futbolista y referente de la historia de Olimpo dice: “a medida que pasan los años, y dejas las categorías infantiles y menores, la carrera de un jugador de fútbol se convierte en un embudo. Porque de quizás de 35 personas, sólo tres llegan a convertirse en profesionales, por eso me parece que ningún padre puede someter a semejante presión a un chico de 15 años con la obligación de consagrarse, debido a que se deben dar varias circunstancias para llegar, que no siempre dependen solamente de la voluntad ni de las condiciones del joven. Por eso me parece una locura este tipo de presiones, porque los chicos necesitan divertirse a esa edad”.
El trabajo en inferiores, es fundamental para el crecimiento de los jóvenes como deportistas, y principalmente como personas, es por esto, que para el defensor, “la necesidad del resultado”, es innecesaria. “Hay veces, que las enseñanzas vitales se dejan de lado, y no es solo la culpa de los formadores. Porque en reiteradas ocasiones a estos los exigen las máximas autoridades del club para que obtengan resultados, y ya el trabajo formativo se deja de lado. Por eso, por el solo hecho de tener que ganar, no hay rotación en los chicos para que jueguen todos. En la sociedad que vivimos, decir que no importa ganar parece absurdo, pero sería necesario. Igualmente, los entrenadores ya no son educadores como antes”.


A Juan Ignacio Pepe Sánchez, además de lo demostrado adentro de un estadio de básquetbol, lo que lo llevó a ser reconocido sin límite de distancias, fue su manera muy particular de asimilar y palpar todo lo cotidiano. Y a pesar de no estar mucho en el país, tiene una opinión fija a cerca de los clubes y la juventud actual: “Es más difícil vivir en los clubes como lo hacíamos nosotros. Los chicos de ahora tienen muchas más actividades. Hay que vaciarlos a los jóvenes, no abrumarlos. Los clubes al igual que el colegio socializan, hacen un trabajo social muy importante, y eso es algo que no se puede perder de ninguna manera. Cuanto más diversificas, se obtiene menos consistencia, y los chicos no se pueden destacar en una actividad en particular porque no le pueden dedicar el tiempo que se necesita para perfeccionarse. El club no tiene la culpa de eso, sino el entorno. Por eso hay que mezclar lo pedagógico con lo atlético, juntar el colegio con el club. Para esto, hay que comenzar a buscar los medios, para tener una estructura apta para que los chicos se puedan desenvolver como merecen. También, de más está decir, el Estado debe hacer lo suyo.” Y con respecto a las presiones del entorno a los niños opina, “El padre que le dice al hijo que ‘tiene que ser como...’, no transmite ciertos valores vitales, y le inculca responsabilidades injustas. Así, el chico vivirá presionado y nunca se superará”.

Por último, otra leyenda del deporte de la anaranjada en nuestra ciudad, Rubén Ariel Scolari, agrega, “el deporte no es una prioridad en la vida, sino un complemento. Nunca hay que descuidar el estudio, y si bien el caso de Emanuel Ginóbili es muy productivo en varios aspectos, en el caso de las presiones es contraproducente, debido a que los padres piensan que teniendo un “Manu” en la familia, se van a salvar todos. Todos debemos tener en claro que Ginóbili hay uno solo. Ojala que con el correr del tiempo tengamos muchos jugadores con esas cualidades y que puedan llegar a tener las mismas posibilidades que el, pero primero hay que estudiar, y después jugar”.

La actividad deportiva, reitero, es un factor clave para el crecimiento de los niños. El deporte, es salud; y al mismo tiempo, es un agente socializador de importancia. Cuando los chicos comienzan a hacer deportes empiezan a relacionarse con otros niños, a reunirse con sus pares. El deporte permite poner el cuerpo en acción, moverse y así, expresarse. El mismo es, fundamentalmente, juego, e incluye un espacio para la competencia, que se va acrecentando con el paso de los años. Al practicar deportes los chicos aprenden a internalizar reglas jugando a ganar y a perder, y viceversa, es decir que la victoria o la derrota, son simples circunstancias. No obstante, cuando el juego deportivo está estructurado en función del éxito, cuando lo que importa son los resultados y el principio rector es ganar a cualquier precio, el juego deja de ser tal y la lucha por la victoria se convierte en un sufrimiento. Así, jugar a la pelota, nadar, practicar tenis, aprender a dar grandes saltos, tacklear a un compañero, hacer una bandeja y demás, de divertido… no tiene nada.

Por eso, en vez de presionar a los hijos, ¿porqué no educarlos? Seguramente así, seríamos una sociedad mejor. Los chicos necesitan espacio y contención para desenvolverse y destacarse, y justamente en el deporte como en la vida, todo llega a su debido tiempo. Ahora, por el momento, es tiempo de divertirse.

1 comentario:

Anónimo dijo...

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