MANU GINÓBILI: "De Bahiense del Norte, a los aros del Mundo"

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Todos sabemos que Bahía Blanca y el básquetbol son sinónimos. Y si alineamos a estos dos conceptos, seguramente, y más en los tiempos que corren, se nos viene a la mente un referente, un estandarte de nuestra ciudad y del deporte en general, como lo es Emanuel Ginóbili.

La ciudad que lo cobijó, que lo vio crecer y que durante su juventud, fue una fiel espectadora de sus primeras bandejas y fintas allá por los '80, y que lo vio madurar como jugador en los '90, le estará de por vida agradecida por tantas alegrías y triunfos heroicos, que enriquecen al deporte argentino en su magnitud. Su historia en el básquet, que a veces parece rozar lo literario, lo poético y por que no lo fantástico, dio comienzo un 28 de julio de 1977. Ese mismo día, el mundo le daba la bienvenida al mejor jugador de básquet argentino de todos los tiempos. En el amanecer de ese día, nadie se percató de la importancia de este hecho, aunque con el paso del tiempo, “Manu” se encargó por si sólo, de que esa fecha sea recordada por los siglos de los siglos.
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Bahiense del Norte fue, es y será el club de su vida. La institución de calle Salta, fue la que le permitió dar a Emanuel sus primeros pasos en el mundo del básquetbol. Un club que es cuna de grandes jugadores, justamente Ginóbili no podía ser la excepción a la regla. En Bahiense fue donde se formó el fantástico jugador que es hoy. En 1992 integró el plantel del seleccionado de infantiles y a los 16 años ya jugaba en la Primera División de los Tricolores. Luego llegó el turno de la selección de juveniles, y a los 18, debutó en la mismísima Liga Nacional (LNB), jugando para Andino de La Rioja. Más tarde, se consagraría en Estudiantes de Bahía, siendo gran partícipe de la última gran campaña de los Albos en la elite del básquet argentino en 1997, llegando a las semifinales de dicho campeonato.
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Inmediatamente, en el 98, Manu armó las valijas y partió hacia Europa, para demostrar sus condiciones y regalar su dosis de buen juego a los amantes del deporte de la anaranjada en el viejo continente. En primera instancia, jugó para un club de la Serie A2, el Viola Reggio Calabria. En su primera temporada (la 1998/99) logró el ascenso a la Serie A1 y, finalizada la siguiente en la 1999/2000, fichó por uno de los conjuntos más importantes de Italia y Europa, el Kinder Bolonia. Defendiendo sus colores, en las dos siguientes temporadas ganó una Euroliga (2001), una Liga italiana (2001) y dos Copas de Italia (2001 y 2002). Así, Emanuel demostraba que estaba para un nivel aún más superior, y que la NBA, la mejor y más espectacular liga del mundo, era su destino. En 1999 fue elegido en el draft para los San Antonio Spurs, y de esta manera Manu comenzaba a deleitar a los yankis con sus grandes dotes para jugar de escolta y alero, sumado a su notable tiro externo y su sobresaliente capacidad para anotar en la zona pintada rival, gracias a sus espectaculares penetraciones definidas con sutiles bandejas.
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En San Antonio se vio a Ginóbili en su plenitud, mostrando un nivel colosal en su juego, que solo algunos privilegiados son capaces de sacar a relucir. Comenzó sumando minutos y se amoldó a la perfección en un equipo repleto de figuras como Tim Duncan, David Robinson y Tony Parker, entre otros, bajo la conducción de Greg Popovich. Sin dudas aquí fue su consagración. Es el primer argentino en lograr un añillo dorado en la NBA, en la temporada 2002/03 y también el único en disputar un “Juego de las Estrellas”. Luego repitió en la 2004/05, ya sin Robinson, y siendo pieza clave del equipo, marcando por ejemplo, 48 puntos en un mismo partido el 21 de enero de 2005 frente a los Phoenix Suns, con estadísticas que dan miedo: 11 de 12 en libres, 11 de 15 en dobles y 5 de 7 en triples. Por último, y con la compañía de otro argentino, Fabricio Oberto, Emanuel Ginóbili se quedó con otro título en el año 2007, poniéndole más laureles, a su exitosísima carrera deportiva que sigue recogiendo logros y satisfacciones.
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Como en las décadas de los 60 y 70, Alberto Beto Cabrera, José De Lizaso y Atilio Fruet, quiénes conformaron un tridente temible en los seleccionados bahienses, de provincia, y algún que otro nacional, Emanuel Ginóbili junto a Juan Ignacio Pepe Sánchez y Alejandro Montecchia, tomaron la posta y juntos escribieron las páginas más gloriosas del básquet argentino en la última década. Subcampeones y cuartos en Indianápolis 2002 y Japón 2006 respectivamente, y obteniendo la medalla dorada en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 y la de bronce cuatro años más tarde en Beijing (ya sin Sánchez y Montecchia, pero con el bahiense Sergio Hernández como entrenador), con victorias incluidas a los Estados Unidos, la Argentina se posicionó como uno de los mejores seleccionados del planeta. Por supuesto, que Ginóbili comandaba a este verdadero Dream Team, convirtiéndose con el pasar de los partidos y en la medida que iba adquiriendo experiencia, en la figura, y en el referente y caudillo del equipo. La carrera de Manu, a esta altura del partido, definitivamente no tiene techo. Y él, a su vez, sobrio y exigente consigo mismo como todo gran deportista, no se pone límites y parece no conformarse con lo conseguido…
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Por esto y por mucho más Ginóbili es el "Maradona del básquet" (de hecho su antológico doble sobre la chicharra frente a Serbia y Montenegro en las Olimpiadas de Atenas, fue comparado con aquel gol de Diego a los ingleses en el '86). Porque a pesar del estrellato, es un tipo gentil, bien aprendido y educado. Porque a “la buena prensa” que lo elogia permanentemente, se la ganó con sudor, esfuerzo y calidad. Porque nos hizo y nos hace deleitar y emocionar con sus proezas y sus maravillosas jugadas. Porque cuando a los bahienses nos pidan una razón (de las tantas que existen está claro), por la cual la ciudad a la que pertenecemos es reconocida como la “Capital Nacional del Básquetbol”, nosotros orgullosos responderemos simplemente, “Emanuel Ginóbili”.


STEVEN GERRARD: "El Hechizero de Anfiel Road"

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El 30 de mayo de 1980 en Whiston, Inglaterra, llegaba al mundo Steven Gerrard, quien tiempo después se convertiría en el amo y señor de uno de los equipos más populares de Gran Bretaña y del mundo del fútbol, el Liverpool Football Club. Un futbolista de aquellos, cuya polifuncionalidad le permite ocupar varios sectores en el campo, destacándose como volante central y también, cuando la situación lo requiere, ocupando el puesto de carrilero por derecha. Gerrard se destaca además por su visión de juego, lector de jugadas, tiempista, genial. Increíble es su habilidad para recuperar el balón, y ni hablar para distribuirlo con criterio y precisión. Un jugador de toda la cancha, que además le pega a la pelota como los dioses, con una violencia y dirección realmente asombrosa.
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Steven Gerrard debutó oficialmente en el primer equipo del Liverpool en noviembre de 1998, ingresando como suplente, en un partido disputado frente al Blackburn Rovers. Poco después, jugaría su primer cotejo como titular, ante el Celta de Vigo español y por la Copa UEFA, en donde comenzó a dar los primeros destellos de su calidad única, cumpliendo una muy buena actuación que le permitió ir ganándose de a poco los corazones de los exigentes y pasionales fanáticos de Anfield Road. Más tarde, en la temporada 2000/01 Gerrard y su equipo vivirían un año de ensueño, debido a que con el volante como una de sus principales figuras, los Reds conquistaron la Copa Inglesa, la Copa de la Liga y por último la Copa UEFA, en una final inolvidable frente al Alavés de España en Dortmund (Alemania). En ése partido definitorio, Steven marcaría el segundo gol del conjunto conducido por ese entonces por el francés Gerard Houllier, que finalmente vencería por 5-4. En ese plantel del Liverpool por ejemplo, además se encontraban figuras de la talla de Michael Owen y Robbie Fowler, que también fueron artífices en la conquista de la Supercopa de Europa, al ser verdugo del Bayern Múnich alemán, en un ajustado triunfo por 3 a 2. Siguiendo en 2001, el volante le convertiría un espectacular gol de media distancia al Manchester United, que luego al finalizar el torneo se consideraría el mejor gol del Liverpool en la Premier League. Por último, y siguiendo en esa gloriosa temporada, Gerrard fue nombrado "Promesa del fútbol inglés". Y finalmente no defraudaría, porque con el correr del tiempo, Gerrard dejó de ser promesa para convertirse en una realidad, a fuerza de garra, buen juego y goles sublimes, de esos que son realmente de otro planeta.
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Pese a su temprana edad y con pocos minutos en cancha, Steven demostró que es el valor más firme que tuvo y posee el Liverpool en las temporadas más recientes. Nunca le pesó la responsabilidad de llevar la camiseta del club más ganador de Inglaterra, y rápidamente se convirtió en un verdadero símbolo, siendo junto a Owen, los dos jugadores más representativos de la institución en la última década. En marzo de 2003, obtuvo con el equipo de Anfield su segunda Copa de Inglaterra marcando el camino de la victoria, al convertir el primer gol del triunfo 2-0 frente al Manchester City, en Cardiff (Gales). Un jugador, que a lo largo de su carrera, siempre dijo presente en las finales, en los momentos decisivos, otra de las razones por la cual es considerado un prócer en la ciudad que vió nacer a los Beatles.
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Con la llegada del técnico híspano, Rafa Benítez, Steven Gerrard logró aumentar aún más su protagonismo en Liverpool, adueñándose de la cinta de capitán, y siendo el as de espadas de un equipo que siguió consagrándose a nivel internacional. En la temporada 2004/05, Gerrard y compañía lograrían alzarse con el trofeo más importante de su continente, la Copa de Campeones de Europa, también conocida como Champions League. El cotejo definitorio, se llevó a cabo en el Estadio Olímpico de Atatürk, en Estambul (Turquía), y es recordado como una de las mejores finales de la historia del certamen. Al término de los primeros 45 minutos de juego, el Liverpool caía 0-3 a manos del poderosísimo Milan de Italia, aunque en la étapa complementaria con Steven Gerrard como estandarte, siendo un verdadero león en la cancha y convirtiéndo el primer descuento, los Reds alcanzaron la hazaña: igualaron 3-3, y llevaron el partido a los penales. En esa instancia, aparecerían las manos mágicas del polaco Jerzy Dudek para hacer historia, y darle la quinta Copa de Europa a las vitrinas del Liverpool Football Club. Seguramente cualquier fanático de fútbol, recordará ese partido, en el que la garra y el corazón de Gerrard realmente, lograron erizar la piel. En ese año, también el Liverpool se quedó con la FA Cup (el torneo de fútbol más antiguo del mundo) y nuevamente con la Supercopa Europea, al derrotar en esta ocasión al CSKA de Moscú ruso por 3 a 1. Igualmente, en la final del Mundial de Clubes de la FIFA, los Reds no pudieron continuar con la seguidilla de éxitos, debido a que se toparon con el San Pablo brasileño que ganó 1-0, siendo Gerrard congratulado con el "Balón de Plata Adidas", reconocimiento que se le otorga al segundo mejor jugador del torneo.

Tiempo después, en 2006, sería galardonado como el mejor jugador de Inglaterra, y recibiría el reconocimiento de "Miembro de la Orden del Imperio Británico", transformándose prácticamente en ese momento, en una leyenda del fútbol británico.
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En mayo de 2007, el Liverpool logró arribar a una nueva definición de Champions, después de dejar en el camino a rivales de la categoría del Barcelona español, el PSV Eindhoven de Holanda y el Chelsea inglés, pero en esta oportunidad cayó en la final ante quien había sido su víctima en 2005, el Milan que lo derrotó por 2-1 en Atenas (Grecia). En el verano de ese año, Gerrard renovaría contrato con los Reds hasta el 30 de junio de 2011. De esta manera, los hinchas del glorioso Liverpool van a poder deleitarse y disfrutar de su estrella por mucho tiempo más. Un "todo-terreno" que va siempre para adelante, y que realmente convierte goles impresionantes, créalo. En la actualidad, con el argentino Javier Mascherano de socio, conforman uno de los mejores mediocampos del mundo-fútbol. Porque el ex River la recupera, y porque Steven le pega, ¡Y cómo le pega a la pelota señores!, con una potencia en el disparo que a veces es realmente imposible de detener para los arqueros, que obviamente pasan a ser víctimas de la terrible patada del ídolo de Anfield Road.
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Con la Selección de su país debutó el 31 de mayo de 2000 en un encuentro disputado en Londres ante Ucrania, en el que Inglaterra se impuso por 2 a 0. Estuvo presente y jugó un partido en la Eurocopa 2000 llevada a cabo en los Países Bajos, en la que disputó el partido del debut ante Alemania. Posteriormente estuvo presente y anotó un gol en la histórica goleada 5-1 ante el seleccionado teutón en Múnich, en un encuentro de la fase de clasificación para el Mundial de Corea-Japón 2002, que desafortunadamente, una lesión lo dejaría al margen del certamen. Nuevamente diría presente en la Eurocopa de Naciones de Portugal 2004, en la que formó parte de un mediocampo de ensueño junto a David Beckham, Frank Lampard y Paul Scholes. Un torneo en el que Inglaterra hizo un buen papel y que tuvo en Wayne Rooney a su gran referencia de ataque, una referencia que cuando la perdió por lesión, fue eliminada del torneo. En 2006 sería el turno de la Copa del Mundo de Alemania, en donde los ingleses llegarían a cuartos de final siendo eliminados por Portugal. En este torneo, Gerrard anotó dos goles, a Trinidad y Tobago, y a Suecia respectivamente, los dos en la Primera Fase.
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Sin dudas la de este señor, es una carrera que siempre fue en ascenso, y por su calidad desplegada en el campo de juego, merecía una mención. Un futbolista que se sacrifica al máximo por su equipo, que deja la vida en la cancha, y que juega realmente bien al fútbol. A algunos los deleita verlo jugar, y ese es mi caso. Nose si sabré mucho, algo, poco o nada de este deporte, pero que Gerrard es un volante fantástico, eso lo sabe todo el mundo. El jugador de la pegada colosal, el que hizo delirar a sus fanáticos hasta la afonía. El que aparece en las difíciles, el que se mata en cada partido. El que siente la camiseta de su club como ninguno, el gran capitán. Una leyenda del fútbol. Ese es Steven Gerrard. Un grande, "El Hechizero de Anfield Road".


LAS PRESIONES DE LOS PADRES EN EL DEPORTE

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“¡Mirá, te hice socio del club de mis amores, al que me llevaba el abuelo! ¡Feliz cumple!, ¡Te traje el equipo completo de regalo! Y… ¿aprendiste a hacer jueguito? ¿Le vas a dedicar el triunfo de hoy a mamá? ¡¿Cómo que empataron?! ¡¿Por qué te dejaron en el banco?! ¡¿Querés dejar el entrenamiento?! ¡¿No te gusta más el fútbol?! ¡Socorro: mi hijo no quiere ser campeón!”

Hoy en día, en esta sociedad exitista en la que nos encontramos inmersos, se juega menos, se disfruta menos, y se aprende menos, porque el triunfo, obtenido a cualquier precio , se ha vuelto el único valor sustentable. En el deporte, cuando los padres o entrenadores están movidos por intereses, los tiempos y la evolución natural se aceleran y aparecen las presiones, que caen sobre los más indefensos, los niños. Es necesario, para que los chicos crezcan sanamente y puedan destacarse en las actividades que emprendan, rescatar el verdadero sentido del deporte infantil y juvenil, es decir, que sea para los chicos, padres y entrenadores un lugar de encuentro, de expresión y de crecimiento, donde competir sea un desafío y no un sufrimiento producto de presiones.

Hay distintos tipos de padres: los que emiten un doble mensaje, los desinteresados, los hipercríticos, los sobreprotectores, los que todo el tiempo vociferan contra el arbitro y el rival, los violentos, los que dan indicaciones como si fueran entrenadores sin serlo... Todos estos son fuentes de estrés y de agresión, pero están también los equilibrados. Los padres pueden ser una guía y un agente motivador o un factor de presión. La mayoría de los padres creen tener a un Maradona en su casa y generalmente no es así. Entonces los niños cargan con las frustraciones de los papás. Eso, además de ser producto de un modelo de sociedad resultadista, triunfalista, exitista, tiene relación con el querer “salvarse” por medio del hijo. El aumento de las urgencias económicas es directamente proporcional al incremento de las presiones de los padres y el entorno: “presión es exigir al otro más de lo que puede dar”.

El deporte es concebido como una actividad lúdica, libre, competitiva y voluntaria, donde se juega el deseo propio y no el de otro. Es una escuela ideal para aprender a ser personas, porque establece las reglas, el respeto al otro, la solidaridad.

Además de los padres, hay otros agentes que presionan o influyen en el niño, principalmente los entrenadores, el entorno y los medios de comunicación. El entrenador que no está especializado para trabajar con niños puede confundir los objetivos. Los chicos van a practicar un deporte para tener amigos, o para tener un momento de descarga o de diversión, o para internalizar reglas, y terminan abandonado porque el entrenador los presiona con los resultados y porque los lleva a la competencia. El entorno también presiona y genera estrés cuando transmite mensajes opuestos: el padre dice una cosa y el entorno dice otra. Los medios también bombardean a los chicos con modelos de gloria, éxito, fama y fracaso. Por eso mismo hay q tener mucho cuidado con los mensajes que se emiten, porque todo lo q se consume, se imita.

Por eso, es necesario darle lugar a las diferentes opiniones de varios deportistas reconocidos del deporte local que nos servirán para sacar sanas conclusiones a cerca de esta temática. Porque con el surgimiento de los Agüero, los Messi, los Ginóbili, muchos padres comenzaron a dejar un poco de lado la educación de sus hijos, para cambiarlo por la injusta e inexplicable ambición de asegurarse un futuro a través de una posible exitosa carrera de los mismos. Y esto, esta claro, genera en los niños solo la imposibilidad de crecer y destacarse.

Una voz autorizada como Mauro Laspada, futbolista y referente de la historia de Olimpo dice: “a medida que pasan los años, y dejas las categorías infantiles y menores, la carrera de un jugador de fútbol se convierte en un embudo. Porque de quizás de 35 personas, sólo tres llegan a convertirse en profesionales, por eso me parece que ningún padre puede someter a semejante presión a un chico de 15 años con la obligación de consagrarse, debido a que se deben dar varias circunstancias para llegar, que no siempre dependen solamente de la voluntad ni de las condiciones del joven. Por eso me parece una locura este tipo de presiones, porque los chicos necesitan divertirse a esa edad”.
El trabajo en inferiores, es fundamental para el crecimiento de los jóvenes como deportistas, y principalmente como personas, es por esto, que para el defensor, “la necesidad del resultado”, es innecesaria. “Hay veces, que las enseñanzas vitales se dejan de lado, y no es solo la culpa de los formadores. Porque en reiteradas ocasiones a estos los exigen las máximas autoridades del club para que obtengan resultados, y ya el trabajo formativo se deja de lado. Por eso, por el solo hecho de tener que ganar, no hay rotación en los chicos para que jueguen todos. En la sociedad que vivimos, decir que no importa ganar parece absurdo, pero sería necesario. Igualmente, los entrenadores ya no son educadores como antes”.


A Juan Ignacio Pepe Sánchez, además de lo demostrado adentro de un estadio de básquetbol, lo que lo llevó a ser reconocido sin límite de distancias, fue su manera muy particular de asimilar y palpar todo lo cotidiano. Y a pesar de no estar mucho en el país, tiene una opinión fija a cerca de los clubes y la juventud actual: “Es más difícil vivir en los clubes como lo hacíamos nosotros. Los chicos de ahora tienen muchas más actividades. Hay que vaciarlos a los jóvenes, no abrumarlos. Los clubes al igual que el colegio socializan, hacen un trabajo social muy importante, y eso es algo que no se puede perder de ninguna manera. Cuanto más diversificas, se obtiene menos consistencia, y los chicos no se pueden destacar en una actividad en particular porque no le pueden dedicar el tiempo que se necesita para perfeccionarse. El club no tiene la culpa de eso, sino el entorno. Por eso hay que mezclar lo pedagógico con lo atlético, juntar el colegio con el club. Para esto, hay que comenzar a buscar los medios, para tener una estructura apta para que los chicos se puedan desenvolver como merecen. También, de más está decir, el Estado debe hacer lo suyo.” Y con respecto a las presiones del entorno a los niños opina, “El padre que le dice al hijo que ‘tiene que ser como...’, no transmite ciertos valores vitales, y le inculca responsabilidades injustas. Así, el chico vivirá presionado y nunca se superará”.

Por último, otra leyenda del deporte de la anaranjada en nuestra ciudad, Rubén Ariel Scolari, agrega, “el deporte no es una prioridad en la vida, sino un complemento. Nunca hay que descuidar el estudio, y si bien el caso de Emanuel Ginóbili es muy productivo en varios aspectos, en el caso de las presiones es contraproducente, debido a que los padres piensan que teniendo un “Manu” en la familia, se van a salvar todos. Todos debemos tener en claro que Ginóbili hay uno solo. Ojala que con el correr del tiempo tengamos muchos jugadores con esas cualidades y que puedan llegar a tener las mismas posibilidades que el, pero primero hay que estudiar, y después jugar”.

La actividad deportiva, reitero, es un factor clave para el crecimiento de los niños. El deporte, es salud; y al mismo tiempo, es un agente socializador de importancia. Cuando los chicos comienzan a hacer deportes empiezan a relacionarse con otros niños, a reunirse con sus pares. El deporte permite poner el cuerpo en acción, moverse y así, expresarse. El mismo es, fundamentalmente, juego, e incluye un espacio para la competencia, que se va acrecentando con el paso de los años. Al practicar deportes los chicos aprenden a internalizar reglas jugando a ganar y a perder, y viceversa, es decir que la victoria o la derrota, son simples circunstancias. No obstante, cuando el juego deportivo está estructurado en función del éxito, cuando lo que importa son los resultados y el principio rector es ganar a cualquier precio, el juego deja de ser tal y la lucha por la victoria se convierte en un sufrimiento. Así, jugar a la pelota, nadar, practicar tenis, aprender a dar grandes saltos, tacklear a un compañero, hacer una bandeja y demás, de divertido… no tiene nada.

Por eso, en vez de presionar a los hijos, ¿porqué no educarlos? Seguramente así, seríamos una sociedad mejor. Los chicos necesitan espacio y contención para desenvolverse y destacarse, y justamente en el deporte como en la vida, todo llega a su debido tiempo. Ahora, por el momento, es tiempo de divertirse.

RODRIGO PALACIO: El nuevo "Hijo del viento"

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Con una sencillez y humildad muy poco frecuentes en el mundo del fútbol de hoy, sumado a sus grandes cualidades como futbolista, Rodrigo Palacio se ganó el cariño de la gente, ese que va más allá de los colores de la camiseta. Su carrera fue en aumento, y en muy pocos años, casi vertiginosamente, el bahiense pasó de verse con la camiseta de Bella Vista, a vestir la casaca de uno de los clubes más importantes del país y del mundo, Boca Juniors. Delantero veloz, punzante, con desborde y gol. Ese es Palacio. Ese es el jugador que destella a hinchas propios y rivales, siendo figura domingo tras domingo. Aunque esta claro, la "Joya", fuera de un campo de juego, en la cotidianidad, es mucho más figura todavía. Y dentro de él, de más está decir que Rodrigo es cosa seria. De Bahía Blanca, al mundo...

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En Báhía Blanca, un 5 de febrero de 1982, llegaba al mundo Rodrigo Sebastián Palacio, quien luego se convertiría en uno de los deportistas más reconocidos de nuestra ciudad. La Joya ya desde muy chico, comenzaba a demostrar sus grandes dotes para el deporte, aunque sus dos pasiones siempre fueron, el fútbol y el básquet. Con la de cuero comenzó su carrera en el club de sus amores, Bella Vista, mientras que a escasos metros de su casa, en La Falda, Rodrigo empezaba a dar sus primeros pasos con la anaranjada. Aunque para muchos allegados, el bahiense se las rebuscaba bastante bien en el deporte de los cestos, un día sintió la necesidad de decidirse por que optar, debido a que la edad le demandaba enfocarse de lleno en una sola actividad, ya sea por horas de entrenamiento, partidos y demás razones. Rodrigo (afortunadamente) no falló en su decisión y siguió haciendo goles y gambetas: "empecé a jugar las dos cosas, uno cuando es chico juega a todo, mi papá (José Ramón "el Gallego" Palacio) jugaba en Olimpo, y yo tenía el club La Falda a una cuadra, y ahí había básquet. Después, al tener una familia futbolera también jugaba al fútbol y entonces hacía las dos cosas paralelas hasta que un día llegué a la primera de fútbol en Bella Vista y tuve que elegir por una de las dos porque ya era un compromiso, una responsabilidad. Elegí el fútbol y dejé el básquet". Y además de tomarse la actividad con muchísima seriedad, el "Rayo" (como también lo llaman) siempre quizo seguir los pasos de su padre José Ramón: "porque a pesar de que el básquet a mí me gusta mucho, yo quería jugar al fútbol. Al ser mi viejo futbolista yo quería seguir los pasos de él". Y vaya si cumplió al pie de la letra con su anhelo desde chico...

Ya insertado en el universo futbolero, en el año 2002, Bella Vista que contaba en sus filas con Palacio, quien era una de las figuras del equipo, termina segundo en la zona sur del Torneo Argentino B. El conjunto Gallego obtiene el derecho a participar en un repechaje para ascender al Argentino A y se enfrenta a Cipolletti de Rio Negro, aunque los últimos se mantienen en la categoría ganando en los penales. Rápidamente, Huracán de Tres Arroyos, equipo en el que había jugado su padre, le hecha el ojo y lo compra para disputar el certamen de la B Nacional, el segundo escalafón del fútbol argentino. Juega 53 partidos y conquista 15 goles, mostrando un nivel de juego notable que hace que varios equipos de Primera División de nuestro país, e incluso algunos clubes del exterior se fijaran en él. Es por esto que a principios de 2004 viaja a Europa para incorporarse a una filial del Real Betis en el ascenso español, estando quince días a prueba y cumpliendo con las expectativas del club. Le solicitaron que volviera en junio de ese año, pero surgió la propuesta de Banfield y no regresó. Julio César Falcioni, el técnico del Taladro en ese entonces, fue criticado por los hinchas debido a que le exigían que contratara a jugadores de más renombre, aunque Rodrigo en base a fútbol y goles, les taparía la boca absolutamente a todos, siendo una pieza vital en el andamiaje de unos de los equipos más importantes en la historia de la entidad del sur de Buenos Aires, llegando por primera vez a los cuartos de final de la Copa Libertadores de América en 2004. Y eso que lo mejor estaba por venir...

En el verano de 2005, Rodrigo Palacio cumple su sueño de incorporarse al poderoso Boca Juniors, convirtiéndose rápidamente en una de las grandes figuras del equipo por entonces dirigido por Jorge Chino Benítez, marcando en sus primeros dos partidos con la azul y oro, dos goles, a Independiente (de chilena) y a River, respectivamente. “Cuando me llamaron de Boca no caía en mi asombro, tardé en creerlo. Todo pasó muy rápido y en poco tiempo. No terminaba de disfrutar una cosa que venía otra" decía la Joya. Igualmente, pese a no haber tenido un primer semestre positivo, debido a que no se obtuvieron los resultados esperados, en la segunda mitad del año su habilidad y sus goles (fue el máximo artillero del equipo) fueron fundamentales para que el conjunto orientado tácticamente por Alfio Basile consiguiera el Torneo Apertura y la Copa Sudamericana. Al año siguiente, brilló con goles para la consagración de su equipo en la obtención del campeonato Clausura 2006, convirtiendo un gol importantísimo en el partido de la consagración frente a Independiente, en condición de visitante. La dupla con Martín Palermo ya era de temer, a tal punto que Guillermo Barros Schelotto, idolo boquense y referente futbolístico de Palacio, tuvo que ser relegado al banco de suplentes debido al gran nivel en ascenso que mostraba el punta bahiense. En el mes de septiembre convirtió tres goles para la obtención de la Recopa Sudamericana 2006 ante el San Pablo brasileño, dos de local en la Bombonera y uno vital en el Morumbí cuando Boca estaba perdiendo 1-0, resultado que dejaba fuera al conjunto argentino.
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En 2007 y después de haberse consagrado junto a Mauro Zárate de Vélez como máximo goleador del Apertura '06 con 12 tantos, Rodrigo obtuvo lo que es quizas hasta el día de hoy el título más importante de su carrera, la Copa Libertadores. Certamen en el que junto a Palermo y Juan Román Riquelme fue decisivo en todos los partidos de la competición donde marcó importantes goles, como el primero en el partido de ida de la final en La Bombonera frente a Gremio de Porto Alegre de Brasil, encuentro en el que Boca sacó una gran ventaja de cara al desquite en tierras verdeamarelas, venciendo 3-0. Durante la segunda mitad de 2007, ni él ni su equipo tuvieron una actuación sobresaliente, pero al menos pudo ser la figura del subcampeonato del mundo obtenido en la final del Mundial de Clubes Japón 2007, al convertir el empate transitorio 1-1 ante el Milan italiano. Además fue galardonado con el Balón de Bronce (tercer mejor jugador de la competición), compartiendo el podio con el brasileño Kaká y el holandés Clarence Seedorf. Ya en el presente año, Palacio siguió demostrando en Boca porque es uno de los mejores jugadores argentinos de la actualidad, cuestión que derivó que se llegue a rumorear una posible venta al Barcelona de España y a la Lazio de Italia, por un monto de 18.000.000 de euros. Sin embargo, el bahiense decidió seguir ligado al menos por un tiempo más, a la entidad xeneize. "Boca es increíble", dice Rodrigo, "me gustaría quedarme a vivir acá, pero a veces surgen ofertas que no se pueden dejar pasar. Por ahora estoy muy bien en Boca, aunque para un futuo me gustaría jugar en las ligas de España, Italia o Inglaterra". En lo que va del 2008, a pesar de haber cumplido grandes actuaciones en la Copa Libertadores, como en la victoria 4-2 frente a Colo Colo de Chile en el que quizás fuese el mejor partido de Rodrigo Palacio con la camiseta de Boca, el equipo dirigido por Carlos Ischia se quedó en la puerta de un nuevo título al ser eliminado en semifinales por el Fluminense brasileño. Pero pocos meses más tarde y con dos goles como aporte, Boca y el Rayo alzaron una nueva copa al vencer a Arsenal de Sarandí por la Recopa Sudamericana. Con respecto a su evolución futbolística con el pasar de los años, su regularidad y la experiencia y el roce internacional adquirido, el delantero opina "uno nunca termina de aprender, siempre hay cosas por pulir. Pero obvio que crecí, me nutrí de muchas cosas. El nivel cada vez es superior y se hace cuesta arriba, pero me siento un jugador más completo que cuando lo hacía en Bella Vista”.

Tanto gol, tanta gambeta, tanto desborde y tanta defensa rival desorientada, hizo que Rodrigo Palacio siga escalando hacia niveles impensados. Después de Boca, inmediatamente llegó la Selección Nacional, el equipo de todos. Su debut con la celeste y blanca fue el 9 de marzo de 2005 contra México, partido en el que Argentina y el combinado azteca igualaron en un gol. El 26 de marzo de ese mismo año la Joya jugó frente a Bolivia en la victoria 2-1 por las eliminatorias para el Mundial de Alemania 2006, evento del cual terminaría formando parte del plantel. En su debut en la Copa del Mundo ingresó al minuto 64 en el primer partido de la fase de grupos con su selección (la cual se encontraba en el Grupo C), ante Costa de Marfl. El resultado fue victoria 2-1 consiguiendo así los primeros tres puntos en el torneo. "Tuve la suerte de formar parte de la selección y la verdad es que jugar el Mundial fue todo un sueño para mí, un orgullo como jugador y persona"; y agrega, "fue una experiencia única. Convivir con los mejores jugadores argentinos fue de lo mejor que me ocurrió en mi carrera. Yo estaba acostumbrado a verlos en la tele y de pronto tenerlos de compañeros fue increíble". El 15 de junio de 2008, y después de haber obtenido el subcameponato en la Copa America de Venezuela 2007, disputó su primer partido por las eliminatorias para el Mundial de Sudáfrica 2010. Jugando de local ante la selección de Ecuador, el delantero entró en el minuto noventa con el marcador 0-1 en contra, y segundos antes de la finalización del mismo anotó el gol del empate tras la asistencia de su compañero de ataque Sergio Agüero. Éste fue el primer gol oficial que convirtió representando al seleccionado de su país.
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Sin dudas que para Palacio, Boca ha sido importantísimo en su carrera deportiva, y su paso al club de la Ribera fue un cambio rotundo con respecto a sus aspiraciones futbolísticas. Pero a pesar de acostumbrarse a ganar campeonatos con la camiseta de Boca, y que por ende la única palabra que sirve en un club como éste no es otra más que GANAR, el bahiense fiel a su estilo, no dramatiza en un mundo tan exitista como el que vivimos, y mantiene simpre los pies sobre la tierra. Por eso mismo, Rodrigo también es valorado, "porque no se la cree", y porque sigue siendo el mismo chico, simple y de barrio. Su presente, no lo cambió en nada. Ni siquiera su exposición en los medios logró sacarle la timidez: “Ahora no puedo hacer casi nada, porque en cada lugar donde voy me conocen y yo soy muy tímido. Me siento incómodo, pero nada más; sigo siendo el mismo chico de siempre. Soy bastante casero, así que no salgo mucho”.


¿Que más se puede decir de Rodrigo que no se haya dicho? Si hasta su rendimiento dentro de una cancha de fútbol hizo que el bahiense sea comparado con Claudio Paul Caniggia, uno de los máximos ídolos que ha dado la rica historia del fútbol argentino, a quien en primer instancia se lo apodó "El hijo del viento". Palacio, ante todo, es humilde. Por eso cuando lo inetrrogaron por su parecido al "Pájaro" el respondió, "¿Yo parecido a Caniggia? Uff, nada que ver. Él era mucho más rápido que yo. Un gran jugador que ganó cosas muy importantes. Yo recién estoy comenzando mi carrera". Cuando algunos que "dicen saber de fútbol" lo acusan de "errar muchos goles" (a pesar que los números indican que es el jugador que más situaciones de gol genera en el fútbol argentino, teniendo incluso en porcentaje de goles sobre partidos jugados mayor eficacia que grandes futbolistas, como Guillermo Barros Schelotto, Marcelo Delgado, Diego Latorre, Daniel Bertoni, y el mismo Caniggia), el Rayo calladito sigue haciendo de las suyas en el área rival. Palacio, es un delantero de aquellos señores. Es de los pocos que pueden romper una defensa cuantas veces se le antoje. Es el que aparece cuando su equipo más lo necesita. Ese es Rodrigo Palacio. Y es nuestro orgullo bahiense. Y por supuesto que para nosotros y muchos más, es el nuevo "Hijo del viento".


PEPE SÁNCHEZ: "Es raro que una persona no sea en la vida como en la cancha"

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Uno de los máximos artífices de la última “Generación Dorada” del básquetbol argentino, Juan Ignacio Sánchez, en una charla bien profunda sobre como se entrelazan el deporte y la vida misma. Como asimilar las victorias, y los fracasos. Las amistades, y los talentos deportivos. Sus años en los Estados Unidos y en Europa. La de Pepe, sin dudas, es una experiencia de vida enriquecedora en todo sentido.
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Juan Ignacio Sánchez, más conocido simplemente como “Pepe”, es uno de los mejores basquetbolistas argentinos de los últimos 25 años. Con él en la base, el seleccionado nacional obtuvo el mayor galardón de todos los tiempos al ganar la medalla dorada en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004. Pero sus virtudes no sólo están vinculadas al deporte de los cestos. Sánchez es un triunfador en la vida. Con tan sólo 19 años, dejó su país para viajar hacia EEUU para iniciar sus estudios en Historia y Filosofía en la Universidad de Temple, al mismo tiempo que jugaba en el equipo de dicha institución. Con esfuerzo y sabiduría, Pepe logró ser el primer argentino en jugar en la NBA al ser contratado por los Philadelphia Sixers a fines del año 2000. Base pensante, gran asistidor y de mucha personalidad, de esos que no abundan en los tiempos que corren. Solidario con el equipo en defensa, siendo uno de los mejores reboteros cuando la situación del partido lo requiere. Con la misma simpleza que caracteriza al juego que Sánchez despliega en la cancha, es cómo el vive la vida. Sin dramatizar.
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Con la humildad y el temple que lo caracteriza, Juan Ignacio Pepe Sánchez dispuso a comenzar la conferencia llevada a cabo en el Aula Magna (propiedad de la UNS) el 11 de junio pasado, en la que se trataron diferentes asuntos propios de la cotidianidad, aunque la temática principal de la charla se basó entorno a dos conceptos: el DEPORTE y la VIDA. Y para hablar de estas dos temáticas, Pepe es todo un experto, debido a que sabe como asimilar, como actuar, y como reflexionar, ante estas facetas importantísimas de la existencia de todo ser humano. Porque no todos saben como vivir, y no todos conocen el verdadero sentido del deporte, que va más allá de un simple triunfo. En el mundo “exitista” en el que vivimos, el juego y el deporte, no son una excepción, sino que sólo predomina la frase “GANAR O GANAR”, como en tantas otras situaciones de la vida. Por eso, una persona que desdramatiza a aquello que es necesario quitarle presión, es para valorar.
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¿Tienen algo que ver la personalidad de una persona con la manera que juega?
- “Sin dudas. Uno juega como vive. Es raro que alguien no sea en la vida como en la cancha. Si una persona es egoísta en el campo de juego, seguramente lo será afuera y viceversa. También están los jugadores generosos y demás”.
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¿Y en tu caso?
- “Es muy importante el grupo. Quién está al lado mío tiene que sentirse bien, para que así se potencie. Quizás hay veces que uno tiene que ser egoísta, porque la vida lo requiere y el equipo también. Pude haber sido más egoísta, aunque no me arrepiento de nada. Mi función fue siempre jugar en equipo, y hacer jugar al equipo”.
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Volviendo a uno de los temas principales mencionados anteriormente, a Sánchez lo caracteriza el sólo hecho de cumplir objetivos, y no ser el mejor. Valora algo que en los días que corren no es muy tenido en cuenta. “Hay que intentar ganar” dice, “pero lo más importante es el camino para llegar a la victoria”.

Justificar a ambos lados¿Existen ganadores y perdedores en el deporte?
- “No creo en eso. Yo pienso que hay que tener actitud para ganar, eso es lo más importante. Es mucho más ganador un equipo que construye con poco y que llega al máximo de su potencial. Ser tildado de ganador o de perdedor para mí es totalmente injusto”.
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Para no perder el sentido del mensaje que intenta dar el base bahiense, Sánchez desarrolla aún más esta temática fijando claramente su posición, y siendo más profundo en sus palabras (quizás tan profundo como sus pases a la zona pintada que son puñales para la defensa rival). “Las victorias son más difíciles de asimilar. El objetivo por el que tanto luchaste, lo tenés en tus manos y te sentís vacío. Por eso creo que siempre se aprende más de la derrota debido a que sentís la necesidad de superarte, te da energía para cumplir con el objetivo planteado”.
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¿Pero no sentís la necesidad de ganar?
- “Sí más vale. Tengo un apetito deportivo muy grande, adentro de la cancha le quiero ganar a cualquiera; aunque lo que más valor tiene es el camino. El básquet se basa más en la superación que en el deseo. Y mi deseo justamente es tener un objetivo fijo, dar el mayor de mis esfuerzos para obtenerlo, y sentirme respetado. Con el tiempo, aprendes cosas que superan al hecho de solo ganar”.
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¿Y que sentimiento te provocó la no-renovación de contrato por parte del Barcelona sabiendo que le rendiste dentro de la cancha y luego no obtuviste el reconocimiento que esperabas? ¿Ahí sentiste que perdiste?
- “En un principio me generó desilusión por supuesto. Aunque después lo tomé como un hecho más en mi carrera. Yo di todo por esa camiseta y no me guardé nada. Por suerte apareció una institución tan importante como el Barça, como lo es el Real Madrid. Se puede decir que seguramente lo sufrió mucho más mi familia que yo, ya que estábamos muy cómodos en la ciudad. Aunque por mi parte, si me hubiera pasado a los 20 años, seguramente sería un golpe duro en mi carrera. Ahora, a los 31, con la experiencia acumulada, no es tan dramático. Son cosas que pasan.”
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De más está decir que su experiencia de vida en los Estados Unidos es digna de ser escuchada. A los 19 años armó las valijas y partió hacia ese nuevo mundo, buscando gloria deportiva, pero también una carrera universitaria que le asegure un futuro.
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¿Cuáles son los valores positivos y negativos de la cultura norteamericana?
- “Con respecto a lo negativo volvemos a lo de antes. Se compra lo individual, no lo colectivo. Los que venden más camisetas no son los que finalmente ganan. Los Spurs deben ser los que menos merchandising venden, y sin embargo son a los que mejor les va. En EEUU importa el jugador, no el equipo. Primero vos, después el equipo. O sos ganador, o sos perdedor. Sino, no entras en el sistema. De hecho yo no entré”.

¿Y en cuanto a lo que se puede valorar y destacar?
- “Lo estructural es fantástico y que no todo es consumo como se dice habitualmente. Te dan todo, no te dejan justificarte. Y que no te falte nada, te genera más facilidad para destacarte en lo que hacés, por eso no tenés excusas. No todo es negativo, que quede claro. Hay un antes y un después de mi estadía en Temple. Fue muy bueno para mi, a nivel jugador y persona”.

A Pepe Sánchez, además de lo demostrado adentro de un estadio de básquetbol, lo que lo llevó a ser reconocido sin límite de distancias, fue su manera muy particular de ver todo lo cotidiano. Y a pesar de no estar mucho en el país, tiene una opinión fija a cerca de los clubes y la juventud actual: “Es más difícil vivir en los clubes como lo hacíamos nosotros. Los chicos de ahora tienen muchas más actividades. Hay que vaciarlos a los jóvenes, no abrumarlos. Los clubes al igual que el colegio socializan, hacen un trabajo social muy importante, y eso es algo que no se puede perder de ninguna manera. Cuanto más diversificas, se obtiene menos consistencia, y los chicos no se pueden destacar en una actividad en particular porque no le pueden dedicar el tiempo que se necesita para perfeccionarse. El club no tiene la culpa de eso, sino el entorno. Por eso hay que mezclar lo pedagógico con lo atlético, juntar el colegio con el club. Para esto, hay que comenzar a buscar los medios, para tener una estructura apta para que los chicos se puedan desenvolver como merecen. También, de más está decir, el Estado debe hacer lo suyo.”
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¿Qué pensás sobre la presión que ejercen los padres sobre los hijos?
- “El padre que le dice al hijo que ‘tiene que ser como...’, no transmite ciertos valores vitales, y le inculca responsabilidades injustas. Así, el chico vivirá presionado y nunca se superará”.
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Por último, y para meternos de lleno en lo estrictamente deportivo, Pepe nos da una reflexión sabia a cerca de que es el talento en un deportista: “El talento es sacrificio, agrandarte en situaciones complicadas. Tener una mentalidad fuerte, capacidad de trabajo y dedicarle tiempo al mismo. Saber asimilar los errores y explotar al máximo las virtudes. Ese es el talento, que tiene que ver además de lo técnico con lo mental. De hecho muchos jugadores más virtuosos que yo quedaron en el camino. Por eso, nunca hay que escuchar al que te dice ‘no podes’, debido a que el instinto de superación es lo más importante que tenemos”.


Cuando hablas de explotar las virtudes propias, lo tuyo son las asistencias...
- “Puede ser. La asistencia es la lectura de una totalidad. Con el tiempo todo se clarifica, se empiezan a ver situaciones, aunque también hay que tener en cuenta que no todos los días estas inspirado. Intento ser visionario. Veo, a través de la intuición, vacíos que no están cubiertos. Es fascinante ver situaciones tan claras y tan precisas. El espacio vacío es una posibilidad, y hay que intentar llenarlo. La asistencia es un arte más que una producción. También me siento bien defendiendo, creo que en ese rubro le soy importante al equipo en muchos sentidos”.
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¿Qué le hubieras sumado a tu juego?
- “Quizás el hecho de ser más productivo, más estadístico. Me dediqué más a lo abstracto, que a cosas que ya están inventadas y que te pueden dar más resultado. La repetición me aburre, por eso fui el que fui.”
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¿Pensás en el retiro? ¿Qué extrañarías al momento de dejar el básquet?
- No extrañaría el vestuario por ejemplo, no soy un fanático como otros. Tampoco los entrenamientos. Si me daría nostalgia aquellas experiencias que no se repiten, aunque el que no asume el retiro, no se retira nunca. Eso tiene mucho que ver con el ego de la persona. Si dejás la actividad, no vivas de los recuerdos. Por eso, la profesión hay que dejarla ir de a poco, y a la vez ir asumiendo cosas de la realidad”.

La decisión de Juan Ignacio Sánchez de dejar de formar parte de la Selección Argentina en vísperas a los compromisos que afrontó el combinado nacional en el presente año (principalmente los Juegos Olímpicos de Beijing), sorprendió a propios y extraños. Aunque el, muy abierto a la hora de responder las preguntas que se le efectuaron, prefirió no hacer mucho hincapié en el tema acotando solo que “fue una decisión muy complicada dejar la selección porque a este equipo lo armamos nosotros, aunque sentí también que para mí era un ciclo cumplido, y que ya había dado todo de mí”.
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El es así, es Pepe. Es quien a través de sus años en el básquet ha demostrado que lo más importante no es la individualidad, sino el trabajo en conjunto; y que la vida es lo mismo que el deporte, uno actúa fuera de la cancha como lo es dentro de ella. El ser uno mismo y defender a rajatabla los valores inculcados desde la infancia, es un ejemplo sano para todos los jóvenes que desean encausar un camino en la vida, que según Sánchez, es lo vital para obtener el éxito. Es quien hizo que la asistencia sea tan valorada y festejada, como cualquier conversión individualista, llevando esa simple situación del juego, a la calle, a la vida en sociedad. Es, sin dudas, quien vive, como juega. Y eso, nadie lo discute.


FERRO: "El grande que no fue"

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Ferro Carril Oeste, un club de barrio que fue modelo en la década de los '80 por su calidad dirigencial y sus logros deportivos, y que en la actualidad se encuentra sumergido en una profunda crisis. Una humilde institución que en sus "tiempos dorados" logró lo que, hasta ese momento, parecía imposible: cortar con la total hegemonía de los clubes más poderosos. Una historia marcada por grandes triunfos y duros golpes, merece su espacio. Una pasión surgida en el corazón del barrio de Caballito, y bien teñida de verde...
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Si en cualquier café del país se establece una charla entre "futboleros de ley", y si el tema en cuestión es repasar cuales fueron los clubes que marcaron una época, Ferro y los ’80 sin dudas, son dos gotas de agua. Un club humilde fundado el 28 de julio de 1904 por noventa y cinco empleados del ferrocarril, que se reunieron en una asamblea y decidieron nuclearse para jugar al fútbol. La primera camiseta fue blanca con una banda oblicua roja y un corazón rojo en su pecho, que fue cambiada 4 años después por una marrón con los puños y el cuello celeste, obsequiada por la tripulación de un barco inglés que disputó un partido amistoso contra el equipo. Pero a partir de 1909, debido a los malos resultados y como símbolo de un futuro mejor, adoptaron el color verde, que identificaría a la entidad de Caballito de por vida. De allí mismo surge el apodo “los verdolagas”. Ascendió a Primera División en 1912 y fue en 1931 uno de los pioneros del Profesionalismo, además de otorgarle a lo largo y a lo ancho de su historia, grandes futbolistas a nuestra selección nacional, tal es el caso de Jaime Sarlanga, Silvio Marzolini, Antonio Roma, Gerónimo Saccardi, Oscar Garré, Alberto Márcico, Héctor Cúper y Roberto Fabián Ayala, entre otros.

Ferro, desde el vamos, siempre se caracterizó por pelear en las últimas posiciones, pero desde el subcampeonato obtenido en el Metropilitano de 1981, impuso presencia y marcó un estilo, en un fútbol tan competitivo como el argentino. Ganó títulos, y despachó a los equipos con mayor historia y renombre. El cambio que la institución "verde" impuso a comienzos de la década del 80’, fue una de las causas principales que marco el fin del lirismo en que se sumergía el fútbol argentino desde fines de los años ’60. Este tipo de política futbolística se caracterizaba por una vuelta a las fuentes, es decir, volver a desarrollar dentro de la cancha un juego más vistoso y de ataque, basado en una estrategia de vocación ofensiva, luego del periodo en que las técnicas defensivas implementadas luego del mundial de Suecia en 1958, se apoderaron del fútbol argentino. La llegada de Carlos Timoteo Griguol a Ferro y de Carlos Salvador Bilardo a Estudiantes de la Plata, discípulos de una escuela que tenia la táctica como estandarte (Spinetto y Zubeldia), propició un cambio muy grande, ya que la "mecanización" que lograron sus equipos, fue la carta más importante para llegar a lo mas alto del fútbol nacional. Sus equipos no lucían, pero eran muy efectivos y ordenados. Con respecto al ámbito institucional, una de las claves de la evolución del club, fue darle más importancia a través de sus dirigentes al cuidado de las divisiones inferiores, como también contar con un grupo dirigencial comprometido con la causa, que no trabajaba basándose en lograr beneficios propios, sino pura y exclusivamente por el bien de la institución y por amor a la camiseta, siendo comandado a la perfección por su presidente Santiago Leyden.
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Éste, logro mantener una política austera y responsable que caracterizó a Ferro durante su historia, en contraposición a las administraciones de los conjuntos denominados "grandes", quienes en busca de jugadores para mantenerse en los primeros planos, embargaron su futuro, al igual que muchos inversionistas debido a la gran crisis económica que sufría el país, principalmen
te recién finalizado el Gobierno Militar (el deterioro político y económico del país llevó a Boca Juniors y a River Plate, por ejemplo, a tener que desprenderse de sus máximas figuras: Diego Armando Maradona partió de Boca al Barcelona, y Ramón Díaz y Daniel Alberto Passarella de River al Nápoli y a la Fiorentina, respectivamente, para saldar sus deudas).
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Ferro Carril Oeste, en una época en la que en la Argentina no existían procesos serios encaminados al bien común, basándose en el sacrificio y el orden, logró llegar a la cima del fútbol nacional, obteniendo los certámenes nacionales de 1982 y 1984, lo que demandó que “los verdolagas” sean considerados los precursores de un gran cambio en el deporte que más nos identifica a los argentinos. Gerónimo Cacho Saccardi, Carlos y Héctor Arregui, Héctor Cúper, Oscar Garré, Juan Rocchia y el Beto Alberto José Márcico fueron algunos de los baluartes de éste equipo que hizo historia y que, más importante aún, fue un ejemplo a seguir, a tal punto que por aquellos años de gloria, Ferro llegó a la suma de 48.000 socios, además de contar con uno de los estadios más cómodos del país, el Arquitecto Ricardo Etcheverry. “Ese Ferro campeón es inigualable. Hoy sería mucho más difícil lograr lo que nosotros hicimos. Con la cuestión de las ventas todo lo complica.
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El ejemplo de Ferro en los ’80 es el reflejo de los trabajos a largo plazo, cosa que no se respeta en la Argentina de hoy”, dice el gran Griguol. Juan Rocchia, por su parte, agrega “el éxito de ese Ferro se basaba fundamentalmente en lo que pretendía Griguol y en la preparación física. Todos los equipos hacían pretemporada, pero como la nuestra ninguno, a veces eran hasta dos pretemporadas por año, cosa que se copió más tarde. Eso repercutía mayormente en los segundos tiempos. Y el respeto y la seriedad en el trabajo eran nuestros pilares”.


El domino verde no solo se vio reflejado en el fútbol, sino que los títulos y galardones llegaron también en el voley logrando cuatro dobletes consecutivos en Liga Nacional y en el Campeonato Sudamericano (1986, ’87, ’88 y ‘89); y principalmente en básquet con tres Ligas Nacionales (1985, ’86 y ‘89) y tres Campeonatos Sudamericanos (1981, ’82 y ‘87) con Miguel Ángel Cortijo como una de sus máximas figuras y dirigido técnicamente por un revolucionario del deporte de la anaranjada en nuestro país, propulsor de la Liga Nacional, León Najnudel. Ferro, sin dudas, era cosa seria.

Aunque a pesar de tantos festejos y epopeyas deportivas e institucionales, bien pegada a la mejor etapa de Ferro de su historia, llegó la peor, la impensada. Los años ’90 fueron los que le quitaron a la entidad de Caballito “la fórmula del club ideal”. Las finanzas comenzaron a flaquear, los socios cada vez eran menos y la inflación arrasaba al país. El período de decadencia de Ferro, originado por una sumatoria de malas administraciones, se resume con el peso de los números: en 1981 se había alcanzado el récord de 48.000 socios; hoy son sólo 12.800 (9.800 activos y 3.000 vitalicios). Además, en los buenos años se formaban largas colas para anotar a los niños en las famosas colonias "Vacaciones Alegres", que superaban los 8.500 inscriptos; mientras que en la última colonia de verano apenas hubo 1.500. En la época de oro, los balances siempre cerraban y las obras en el club se multiplicaban. Por estos días, no hay margen para las obras, y la palabra “Pasivo” merodea cotidianamente en los pasillos de la institución.
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Con esta realidad económica, Ferro tuvo que luchar contra viento y marea para permanecer en la elite del fútbol nacional, hasta decretarse el inevitable descenso en el año 2000, cayendo al año próximo de la B Nacional a la B Metropolitana, la tercera categoría del fútbol argentino. En 2003 y después de mucho sufrimiento, el verde pudo retornar al segundo escalafón siendo éste, un pequeño consuelo después de trece años plagados de derrotas deportivas, y de las otras…

“Cuando Ferro bajó las dos categorías estaba muy triste, me dolía muchísimo. Ahora al menos se pudo mantener en la B Nacional, y quizás dentro de poco pueda retornar a Primera, porque su historia lo indica, y porque su gente lo merece” afirma el “Beto” Alberto José Márcico, el último ídolo que tubo la institución verde, aunque al mismo tiempo agrega “el club todavía está muy lejos de ser el que fue”. Para colmo de males, el básquet y el voley de Ferro desaparecieron de los primeros planos, convirtiéndose en un puñal más (y van...) al corazón de los simpatizantes verdolagas.

Muchos intentarán buscarle una respuesta al porqué del declive de Ferro. Un club que fue un verdadero ejemplo, no solo para el deporte local, sino que fue conocido y admirado sin límite de fronteras. Una institución que, como muchas otras, la realidad del país lo tocó de cerca y le dio la espalda. Lejos están aquellos momentos en los que solo el equipo se preocupaba por ganar. Ahora los dirigentes del verde luchan por “seguir jugando” y que el club salga a flote. No queda otra que mirar para adelante, y dejar de lamentarse por lo que pudo haber sido y finalmente no fue, “el grande que no fue”. Los títulos ya no están, pero la pasión sigue latente, a flor de piel. En el barrio de Caballito, hay un gigante dormido, llamado Ferro Carril Oeste.